¿Cielo o infierno?
- Lera Pérez, Lucía
- 16 nov 2017
- 4 Min. de lectura
Dos palabras que acompañaron el pasado 7 de noviembre a los alumnos de periodismo de la Universidad del País Vasco tras la tercera edición de Etorkizulan 2017

Reflexionar acerca de lo que es bueno y malo en nuestra sociedad y analizar algunos de los clichés con los que vivimos en la actualidad fue uno de los objetivos de la representación teatral de la tercera edición de Etorkizulan, que se desarrolló el pasado 7 de noviembre en el Aula Magna de la Universidad de País Vasco. Todo quedó resumido en una metáfora donde la comparación entre la empresa pública y la privada dio pie a la representación de un teatro interactivo en la que los escenarios del cielo y el infierno hacían referencia a estas dos realidades. Esta propuesta, desarrollada por la EHU-ABIATU (centro de apoyo universitario para la creación de empresas) con el grupo de Emprendedores Zitek, es una iniciativa destinada a ayudar a los universitarios a poner en marcha sus ideas de negocio y a reflejar una futura situación en la que se verán envueltos en su vida laboral, tal como explica la página web del grupo Zitek
Era la una de la tarde en la Universidad de País Vasco y todos los alumnos de la asignatura de redacción ciberperiodística íbamos entrando por las puertas del Aula Magna. Lo que nos encontramos fue una sala negra con las luces apagadas y las butacas divididas en dos bajo focos azules y rojos. Al poco de tomar, un colaborador del montaje del evento ofreció pequeña presentación y empezó a lanzarnos preguntas acerca de lo que queríamos hacer en nuestra vida en un futuro y del camino que queríamos llevar para lograrlo, si el del cielo o el del infierno.
Cuando unos pocos decidimos que queríamos tomar el camino del cielo, nos encontramos en una pequeña recepción blanca con dos ángeles. El primero de ellos estaba metido en una cabina sosteniendo un cesto con mandos, que iba repartiendo a medida que avanzábamos. Por otra parte, el segundo estaba junto a las puertas del “cielo” con unas máscaras -que iba entregando uno a uno. Una vez dentro, otro ángel nos dio una calurosa bienvenida con una bandeja con chupitos de diferentes colores (de zumo claro) y nos invitó a sentarnos en unas sillas dispuestas alrededor de mesas con galletas saladas.
Todo parecía ir bien en un lugar idílico, donde el único requisito era la incapacidad de los incompetentes de acceder al cielo, cuando a uno de los trabajadores del cielo se le calló la bandeja que llevaba en la mano. Tachando a este por incompetente, fue sometido a la silla eléctrica como castigo. Aquí fue cuando los mandos que nos dieron al principio cobraron sentido, ya que eran estos los que iban a hacer que el trabajador fuese o no electrocutado.
Tras esta experiencia a las puertas del cielo pasamos de ser unos invitados a meras marionetas bajo el mando de un nuevo personaje que se hacía llamar Bako. Con burlas y con total pasotismo, este figurante nos hacía repetir todo y cuanto él decía, simulando así la realidad dada en las empresas ante los altos mandatarios.
Con la llamada de una alarma, cielo e infierno nos juntamos en una misma habitación que tenía en medio un pequeño escenario con un cofre puesto sobre una mesa. Ahí, nuestra “experiencia angelical” se dio por concluida, ya que tocaba cambiar de escenario para adentrarnos en una realidad opuesta, el infierno. Entrar ahí no fue fácil, ya que cuatro de las personas que dirigían el infierno no nos dejaban pasar, así que no nos quedó otra que hacerlo a empujones.
Llegamos entonces a una sala roja, donde el caos y el descontrol parecían reinar. Los colaboradores son fueron cogiendo uno a uno e introduciéndonos en distintas habitaciones con pruebas diferentes, que teníamos que ir superando para llegar a completar el puzle que abriese el cofre de la sala anterior. Esta primera prueba consistía en escribir en un plato aquello de lo que nos queríamos liberar, destruyéndolo acto seguido en un cajón que había al lado de ella. Casi no nos dio tiempo a terminar, cuando otro de los demonios entró corriendo y nos llevó a otra sala diferente. Esta vez era bastante más grande que las demás y en medio había un pequeño atril de madera, al que fuimos accediendo uno a uno para gritar aquello que mejor se nos diese. Con esto nos dimos cuenta de que aquel lugar quizá no era tan malo como pensábamos.
El duelo entre cielo e infierno tuvo lugar nada más completar la segunda prueba. Tras la victoria del cielo, comenzó a sonar una música (equiparable a la de una procesión), con la que nos despedimos de aquella sala, entrando a otra donde nos esperaba uno de los organizadores del proyecto. Fue él quien nos explicó el paralelismo de este teatro con la realidad en las empresas. Con el cielo lo que querían hacernos ver es cómo funcionaban las cosas dentro de una empresa privada, algo que siempre se plantea como el mejor camino, pero que resulta ser el que más te esclaviza; y con el infierno, el camino que debíamos de tomar aquellos que quisiéramos montar nuestra propia empresa, donde a pesar del miedo inicial o de las complicaciones que este pudiese plantear, siempre iba a ser el lugar en el que más disfrutaríamos.
La contrariedad entre empresa pública y privada ha quedado así plasmada bajo la comparativa entre el cielo y el infierno. Estas dos realidades son las que el grupo de Emprendedores Zitek ha intentado transmitir bajo un nuevo modelo de charla, el teatro interactivo; una nueva forma de hacer llegar a los alumnos la importancia de la iniciativa personal en el mundo laboral.
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